Efectivamente; desde principios de
los años sesentas (esto coincide con las crisis económicas) hasta la actualidad
se advierte, en todos los países occidentales, un aumento notable del malestar
adolescente.
Fize (2002) refiere que primero se
observa una agudización constante del sufrimiento. En la actualidad alrededor
del 30% de los adolescentes presenta ya sea trastornos depresivos o una
verdadera sintomatología depresiva. Este fenómeno concierne tanto a los
adolescentes rurales como a los jóvenes urbanos. Desde luego este malestar no
es fácil de detectar, aunque existen signos precursores del sueño, nerviosismo,
inquietud, falta de energía, desmoralización, etc.
En Francia, la cual tiene una de las
tasas más elevadas de Europa, se estima que entre 40,000 y 60,000 jóvenes de 15
a 24 años son atendidos cada año por causas de suicidio en hospitales
franceses, principalmente muchachas que (en nueve de cada diez casos) ingirieron
psicotrópicos. Casi la tercera parte de los casos, estas tentativas van
acompañadas de “cortaduras cutáneas”.
Cada año se registran 900 suicidios
de jóvenes de entre 15 y 24 años; es decir, alrededor de 3 suicidios al día.
Cabe añadir que casi la cuarta parte de los adolescentes confiesa tener ideas
suicidas y aproximadamente 10% de ellos dice que son frecuentes. También hay que precisar, que se ha
establecido un claro vínculo entre ideas suicidas y tentativas de suicidio,
puesto que los adolescentes que piensan a menudo en suicidarse son también los
que pasan más fácilmente al hecho. Por otro lado, en la tercera parte de los
casos el fracaso de una tentativa es seguido de una o varias tentativas más.
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