El objetivo de la evaluación
psicológica en la víctima de un delito violento es valorar el tipo de daño
psicológico existente para orientar el tratamiento adecuado, así como
determinar las secuelas presentes a efectos de la reparación del daño causado.
Los delitos violentos (agresiones
sexuales, terrorismo, violencia familiar, etc.) suelen generar con mucha frecuencia
un trastorno de estrés postraumático, así como cuadros clínicos asociados
(depresión, problemas psicosomáticos, abuso de alcohol, etc.) y una inadaptación
a la vida cotidiana.
En el trastorno de estrés postraumático hay tres factores implicados: a)
la re experimentación de la agresión sufrida, en forma de pesadillas y de
imágenes y de recuerdos constantes e involuntarios; b) la evitación conductual
y cognitiva de los lugares o situaciones asociados al hecho traumático; y c)
las respuestas de hiperactivación, en forma de dificultades en la concentración,
de irritabilidad y de problemas para conciliar el sueño (Echeburúa et. al. 2002).
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