De alguna forma sí. Pese a que es un
cambio loable el hecho de que existan escuelas mixtas, estos cambios en la
sociedad han tenido sus efectos secundarios. Han afectado la diferenciación
entre los masculino y femenino. Así como el mejor amigo del chico sigue siendo
un chico, la mejor amiga de la chica es una chica. Este carácter mixto de la
escuela, puede --por lo menos al principio de la adolescencia--, dificultar las
relaciones entre unos y otros. Tal vez esto sea aún más cierto para los
varones, que siempre tienen, en promedio, una maduración más tardía. Lo cierto
es que por lo general en la escuela primaria, la segregación de los sexos
continúa vigente. Niños y niñas se mantienen apartados unos de otros.
Cabe añadir que la escolaridad mixta
no modificó del todo las actitudes de los padres. Éstos siguen exigiendo más de
los varones en el nivel escolar (los cuales, dicho sea de paso, suelen
dedicarse más específicamente a las materias científicas). En cambio,
restringen cada vez más la libertad de las muchachas, les permiten salir menos
por la noche y les exigen que regresen a casa a horas establecidas.
A veces delicadas, por no decir
conflictivas, las relaciones entre chicas y chicos pueden también resultar más
apacibles. En efecto, para ambos la amistad no deja de ser algo importante. También
lo es manifestar su interés amoroso, entonces, se toman de la mano en el colegio, se dan besitos, siguen soñando
con el gran amor: Actitudes todas que no impiden el resurgimiento de cierto
machismo, incluso entre los adolescentes de clases socioeconómicas altas.
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