En realidad no son incrédulos,
ateos, etc. En realidad tienen creencias múltiples. Generalmente desconfían de
la iglesia y de las instituciones en general; pero se puede decir que tienen su
visión religiosa personal, hecha de dudas y de posibles, buscan constantemente
lo que los vincula con los demás (por eso podemos decir que se inclinan más
hacia la religiosidad que hacia la religión, la cual de todos modos no deja de
ser para ellos un asunto personal). Tampoco creen que haya una “religión más
verdadera que las demás”. En realidad
creen más bien en los grandes valores: la libertad, la solidaridad, la
igualdad, la amistad, el amor, la autenticidad.
Fize (2007) refiere que procuran
determinarse en función de su experiencia personal, hecha de vivencias
afectivas, de razonamientos empíricos, de intercambios.
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