De la Fuente, et. al. (1997) mencionan que las propensiones vitales definitorias
de la adolescencia temprana son:
2-.
Un narcisismo intenso.
3-.
La dependencia de la subcultura del grupo de edad.
4-.
La intensificación de las urgencias y los sentimientos sexuales que se expresan
en fantasías y actividad masturbatoria.
5-.
El incremento de la agresividad.
6-.
El incremento de las actividades intelectuales y emocionales.
7-.
El incremento de actitudes y conductas que son intentos por experimentar
situaciones nuevas.
Robles (2007) refiere que todas
estas tendencias son normales, y reprimirlas dificultará el desarrollo sano del
adolescente; si los obstáculos –puestos por los padres o el ambiente en general—son
severos, pueden frustrar el desarrollo y conducir por lo mismo hacia
personalidades deformadas. Para ayudar al adolescente lo que se requiere es permitirle
entender mejor sus propios procesos y darle oportunidades ricas de canalizar
sus propensiones naturales hacia el desarrollo de actividades sanas; ello dará
la oportunidad de que la confusión inicial se vaya transformando en actitudes
equilibradas en lo emocional, más precisas y eficientes en lo intelectual, y más
asertivas y capaces en lo grupal.
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