Los adolescentes actuales en
realidad no son rebeldes; cuando menos no hacen alarde de ideas subversivas.
Los tiempos han cambiado, han desaparecido las ideologías, han surgido nuevas
costumbres juveniles. Los adolescentes actuales ya no se preguntan a qué –ismo pertenecen: socialismo, comunismo,
liberalismo. Ya no sueñan con conspiraciones ni revoluciones. Están en otra
realidad, tal vez en el eclecticismo, y probablemente por mucho tiempo.
Refiere Fize (2007) que a pesar de las
imperfecciones de la sociedad que los gobierna, no están resentidos con ella; a
pesar de las fallas de los adultos que los dirigen, no se sublevan, como antes,
en contra de ellos. No aspiran a cambiar este planeta, aunque en ocasiones sí
saben denunciar las injusticias.
En términos generales los
adolescentes tienen buen corazón; sí tienen tendencias idealistas las cuales
son inherentes a la adolescencia. Lo que distinguiría fundamentalmente al
adolescente del niño sería su capacidad de abstraerse del presente y prever el
futuro,, enriqueciéndolo con las virtudes de la utopía.
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