El cambio de la niñez hacia la edad adulta siempre ha implicado procesos complicados. Algo han variado en nuestra
época los procesos biológicos –el adelanto de la pubertad, por ejemplo—pero es
en el contexto social donde se han dado cambios por demás significativos que
han hecho variar notablemente las valencias de esos momentos de transición.
Actualmente, especialmente a partir
del desarrollo de las Ciencias del Comportamiento, se ha dedicado atención
cuidadosa al estudio de los problemas de transición adolescente. Puede
comprobarse, entre otras cosas, que dicha transición adquiere matices diferentes
conforme van cambiando las estructuras sociales. Por ello la problemática no es
la misma en las sociedades agrarias y en las industriales; en las
proteccionistas o en las globalizadas de nuestro momento. La problemática
adolescente del siglo pasado, a pesar de estar tan cercano, fue muy diferente a
la que existe en nuestras megalópolis sobre pobladas y en proceso acelerado de internet, medios ciberneticos, etc. A pesar de
tener puntos de partida equivalentes, la problemática adolescente es dinámica y
cambia con las épocas. Y aún dentro de la misma sociedad, sufriendo una serie
de situaciones análogas, la problemática personal de cada adolescente tiene
también fisonomía específica. (Robles, 2004).
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