Para los adolescentes, en lo grupal,
las relaciones humanas se convierten en una actividad cada vez más amplia, que
fundamentará la realización de las dos funciones definitorias del adulto:
llegar a realizar un trabajo económicamente productivo, y capacitarse para el
sostenimiento de relaciones estables y solidarias de pareja, las que le
permitirán, en su caso, la formación de un nuevo hogar bien integrado, con un
ambiente interno propicio para el adecuado desarrollo de los hijos.
Robles (2011) refiere que algunos
adolescentes resuelven de manera relativamente rápida sus problemas; pero hay,
en cambio, otros a quienes se les dificulta conseguirlo: en relación con el
trabajo tienen una idea vaga acerca de cuales existen y con qué posibilidades
personales cuentan; en lo tocante a las relaciones de pareja pueden irse
inclinando hacia la irresponsabilidad y el engaño. Esto los llevará en un
futuro, a veces no muy lejano, a vidas disfuncionales, como producto inevitable
de la inmadurez emocional.
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